Este nuevo año voy a añadir una novedad en el Blog. Voy a realizar mi primer homenaje. Cualquier emprendedor debe sacar lo máximo posible al aprendizaje. Es por ello que debería entrar en un estado constante de formación. Hoy en día ni siquiera es necesaria la formación reglada. Internet esta lleno de conocimiento que puedes consumir en cualquier lugar y en cualquier momento. Otro de los núcleos de aprendizaje como emprendedor se encuentra en la experiencia de otros empresarios: sacando lecciones de sus éxitos y fracasos. Esto constituye el legado que se transmite de generación en generación. Este proceso debería nacer de la humildad: todos tenemos fracasos (yo el primero), pues son actos naturales que forman parte del camino hacia el éxito.
Es curioso, pero muchas de las lecciones que aprendemos en la vida no las entendemos inmediatamente. Tiene que pasar tiempo para reconocer lecciones ocultas en tu vida. Hoy os voy a contar una historia sobre aprendizajes vividos, os voy a hablar de mi padre.
Antonio Salado Soler
Nació en Andalucía, en la localidad cordobesa de Almodovar del Río. No pudo estudiar en ninguna Universidad pues muy pronto comenzó a trabajar. Aprendió el oficio de camarero, el mismo que su padre. Por una enfermedad de éste, se trasladó a Santander para trabajar poco después de completar la enseñanza obligatoria. Ni siquiera era mayor de edad y pronto su familia se trasladó con ellos. Fueron años trabajando muy duro para dominar el complejo arte de la hostelería. Conoció a mi madre. Pertenecen a una generación de la historia española completamente diferente a la actual: se casaban muy jóvenes e inmediatamente después llegaban los hijos. Al final formaron una familia numerosa: cuatro hijos.
Cuando ya tenía tres hijos decidió que, para trabajar tantas horas, prefería hacerlo para sí mismo y así poder tomar todas las decisiones sobre su negocio. Nació blanco y negro. Si hubiese tenido que escribir este artículo en mi adolescencia quizá no tendría la misma opinión al respecto. Pero ciertas cosas en la vida hay que mirarlas con perspectiva, después de que haya pasado el tiempo y tras madurar como persona.
Lecciones para mi aprendizaje como emprendedor
Y ¿qué he aprendido de su historia de emprendizaje?. Muchas cosas:
- El mundo de la hostelería (especialmente en negocios familiares) es agotador. Jornadas interminables, ausencia de vacaciones ni días de descanso, participación de toda la familia en el negocio (puntualmente). De hecho, trabajar con mi padre fue complicado. Era exigente con su negocio pues quería dar a los clientes el mejor servicio. No podía haber un cliente sin atender pocos minutos después de haberse sentado en la mesa o de haberse subido a un taburete adosado a la barra. Pero el negocio funcionó más de 20 años al mando de mi padre. Los clientes siempre volvían.
- Sin haber estudiado finanzas, gestionó el negocio (proveedores, precios, bancos, etc.) y a ninguno de nosotros nos faltó nada. Mis hermanos y yo hemos estudiado en la Universidad. El negocio sigue existiendo y él es el propietario, aunque esta arrendado.
- Sin hacer un Master en una prestigiosa universidad, implantó muchas innovaciones y mejoró constantemente su servicio. En Santander, fue el primero en hacer muchas de las cosas que ahora parecen habituales. Es importante entrar en una dinámica de mejora continua para lograr la excelencia.
- Tuvo y tiene una gran capacidad de esfuerzo y sacrificio. Incluso hoy en día, jubilado, sacrifica ciertas cosas por sus hijos y nietos. Si quieres algo y tienes un objetivo, hay que luchar para conseguirlo. El esfuerzo es vital para lograr alcanzar metas importantes. De él aprendí a ejercitar mi capacidad de resiliencia.
- Todo esto no lo habría podido lograr sin mi madre, desde luego. Pero ya escribiré otro artículo sobre ella.
- Y lo más importante de todo, a pesar del complejo mundo de la hostelería y trabajar de noche, siempre ha elegido a su familia. Por ello, aún hoy recuerdo cada día libre o viaje juntos. Tenían un significado especial. Aunque es anecdótico, recuerdo incluso alguna jornada de huelga general en la que tuvo que cerrar el negocio. Si no estaba trabajando (o durmiendo), pasaba su tiempo con nosotros.
Gracias
Y aunque aún le quedan muchos años para seguir disfrutando y "luchando" por sus hijos y nietos, no se me ocurre una mejor manera de agradecerle todo su esfuerzo que escribiendo y publicando este artículo.
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